La actitud solipsista y patriarcal de aislarse en el Alto Reino del Pensamiento llevó a Heidegger a equivocarse (en el mejor de los casos) en su evaluación del advenimiento del nazismo. ¿Le faltó a esa escritura/pensamiento masculina haber descendido y habitado por un momento en cuerpos minorizados, en un diálogo profundo y no jerárquico donde por un momento se suspendieran la solemnidad, la rivalidad mimética, el amor propio y el ser para que la muerte se imprimiese en todo caso sobre el fondo activo del nacimiento, aquel acontecimiento intersubjetivo que da sentido y continuidad a la vida en común?
Maria Inés La Greca, a través de textos breves, ocupa con coraje la torre incólume de la palabra reservada a los hombres, y  la hace entrar "en cortocircuito". En el momento mismo en que son publicados, estos relatos-grafías de sí, dejan de ser el reclamo de un sitio donde expresarse y dar a luz en la sala de operaciones académicas y escriturales, para directamente pasar a la creación y ocupación de un territorio literario de goce feminista y transgénero, sin pedido de permiso ni disculpas al patriarcado, y si es necesario, mediante la tretas de la mujer en su afán de aparecer...El mundo en común que se narra es, también el de una interlocupación profunda y heredada entre las mujeres de su familia donde ella cumple secretamente el goce interrumpido de una abuela que inventaba ficciones para sustraerse del destino de señora católica y desafiar al marido. Así, entre esa abuela y la imaginación de su pequeña sobrina Lupe, desgrana una escritura en voz media, verdadera y a la vez cómplice. El intercambio de la moneda estructural del relato entre tres mujeres. La escritura, en pleno éxtasis barthesiano, como hemorragia de la estructura.