"..A diferencia de sus contemporáneas, Silvia Plath (1932) o Anne Sexton (1928), referentes de la poesía confesional norteamericana, tan leídas entre nosotros, que ofrecieron como materia del poema los desgarros de sus biografías e inmolaron sus vidas en la tragedia personal, o de poetas de palabra encendida, combativa y con fuerte presencia del dolor, el gozo y la política de los cuerpos, como Adrienne Rich, Audre Lorde, June Jordan o Lucille Clifton, Mary Oliver toma un atajo acaso extraño para la época, extraño y luminoso, el atajo del agradecimiento, el asombro y el perdón a todo lo que la rodea. Va aquí una pequeña muestra de este belleza:
"Un lugar más allá de la ambición
Cuando los flautistas
no pudieron pensar en nada nuevo que decir
Bajaron sus flautas y bajaron ellos mismos hacia la orilla del río
y simplemente escucharon,
Algunos, después de un rato,
se incorporaron
y desaparecieron de regreso al pueblo tumultuoso,
Pero los demás -
tan calmos, ni siquiera pensativos -
están todavía ahí
escuchando todavía."
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